INVITADOS I

Serie LOS INVITADOS
Óleo sobre lienzo
195 x 130 cm
Año 1983

"LOS INVITADOS" ... Recién llegado a Cádiz me encontré con una tierra y unas gentes muy distintas a todas las que había conocido en Madrid, Valladolid o Málaga. Muy especial. Y como por encantamiento salieron estos cuadros grandes de formato y muy diferentes a lo que estaba haciendo en aquel momento y anteriores : somos nosotros en este asunto del vivir, del habitar, de relacionarnos o separarnos, de enloquecer o defendernos. Ahí cabe todo. Desde los objetos que usamos a los libros que leemos, pero siempre el ser humano como sombra o duda o espacio abandonado o afirmación, como hueco irrellenable, como deuda en el tiempo.

Recuerdo con placer y quizás nostalgia (definitivamente, sin quizás) que pintaba en una pequeñísima habitación con un enorme ventanal a mi izquierda y que este cuadro ocupaba todo el frente de la habitación. Pero había luz y aire, todo el aire del mundo gaditano. 
Y a mí aquella habitación se me antojaba el estudio velazqueño en que, en El Prado y en otro tiempo, estuvo expuesto Las Meninas, solo que sin... sin aquel espacio divino. 
Y me recuerdo pintando a brochazos o subido a una banqueta para alcanzar los límites superiores. Todo lo que veía era pintura y cuadro, sumergido en él, perdido en él.
Un placer.

2 comentarios:

  1. La serie de los invitados me conmueve especialmente. Y me cuesta hablar de ella, es un tesoro que guardo celosamente como si con solo mencionarlo fuera a desaparecer el sentimiento misterioso, casi mágico, que me causa. Este cuadro, especialmente, está lleno de simbologías que despiertan resonancias en mi interior.
    Plásticamente me parece de gran belleza: la distribución de los colores, la deformación de las figuras, la pincelada suelta, rápida y certera, que sabe lo que quiere decir y lo dice más allá de ningún control consciente; el tratamiento del claroscuro acentuando la estructura compositiva de horizontales con la rotunda vertical de la columna. El impacto visual del damero del suelo y de los galgos rojizo y ocre claro.
    Me llaman la atención la disposición y actitud de las figuras como testigos impasibles, el espejo que parece reflejar otros ámbitos; el personaje oculto tras la columna del que sólo se ve una pierna sumergida en un baño de líquido rojo. Una mesa casi vacía y los galgos que cruzan la escena como sombras de extraños augurios.
    En definitiva, siento que este cuadro es un poema visual que transmite contenidos de nuestro propio subconsciente.

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